Un cuento

Y no precisamente de "esos" que cuentan los "gobernantes", sino que abandonando (aunque sea por 24 horas) las borrascosas informaciones que nos prende la clase política a diario, hoy este post lo quiero dedicar, a manera de cuentecillo, a aquéllas personas que como tal día como hoy dieron "vida" a una criatura normal quién tiene a bién todos los años por esta fecha recordar su nacimiento y a aquéllas personas que lo procrearon, y para situarnos, tal "acontecimiento" acaeció en la Sierra alta de los Filabres, recién terminada la Primavera y acercándonos a la estación veraniega, que allá en las alturas las noches eran más frescas de lo ordinario, y eso hacía que cuerpos jóvenes se entrelazáran y dieran rienda a su amor, y fruto de aquéllo fué "un niño" moreno de agreste sierra que además tuvo la suerte, de que sus padres lo bautizaran con el mismo nombre del primer hijo de la pareja, que desgraciadamente desapareció siendo un infante, y aquél niño vino a este mundo, con la inocencia propia de aquélla madre que lo trajo, y su negrura de tez sería porque, cómo después supo, vino a la "luz de un carburo" y con su padre ¡un bendito! pero enérgico, "dando bocinazos" porque tuvo qué hacer de ginecólogo y comadrón, porque en los 40 en aquél pueblo serrano no habia más que éste médico represaliado, que era el padre ¡mi padre!, y rodeado de Doña Pepa, que después sería la "madrina" y de Jacinta y Maria "la Pasmá", y de dos hermanos que ya iban por delante, ésta criatura se crió con austeridad franciscana pero con mucha alegría y en la vega y junto al río, que ni apreciaba, allá que me ponían Maria y Jacinta a "respirar" aire puro, mientras mis dos hermanos jugaban "a no sé qué", y mi madre junto a Doña Pepa hacía las tareas de la casa con comida y costura diaria, porque con tres niños en el mundo, habia que "remendar" y "coser" todo trapo que cayera en sus manos, y eso que la familia "echó" una mano o las dos, porque aquélla pareja con tres hijos se tuvo que esforzar por "levantarse", porque estaba estigmatizada por "su pasado político", pero que nadie pudo decir, en aquél entonces ni después, que ni eran de esto ni de aquéllo, ni robaron ni mataron, que solo podrían juzgarlos por la decencia y la verdad...¡a lo sumo "un poquillo rojillos"!, y y este cuento ya toca a su fin, cuándo los "cinco" dejamos la sierra y viniendo a la "capital", mis padres se "abrieron" paso con "ciencia" y decencia y tan contentos estarian porque aquélla "sociedad" hostil reconoció "su territorio", que hasta les dió tiempo, antes de morir, ver criados a los tres primeros más dos de un golpe que llegaron en tiempos ya de "vacas gordas", así que, Gracias Padres.