Club Siglo XXI

De su existencia, éste navegante tenía conocimiento más allá de hace 30 años, pero de su ubicación y presencia, fué ayer tarde-noche cuándo éste cansado naviero lo visitó acompañado de dos amigos, que a su vez lo eran, del conferenciante y presentador, y como la recepción era a las 20h, aparcando en Alberto Alcocer, tras recogerme y distribuir las naranjas del Valle, nos tomamos una cañita en Cinco Jotas del Padre Damián, y ya nos encaminamos a Eb, el Eurobuilding, entrando por Juan R.Jiménez 8, que es donde está la sede del Club, famoso por los ciclos de conferencias que organiza, y que están rodeadas de ciertos formalismos, por la presencia casi siempre de dirigentes politicos, y allí efectivamente me encontré, que yo conociera, con dos que salen mucho en la tele, y que de eso lo conocen la gente ¡menos cuentos!, y la sala era más bién pequeña, porque nunca se sabe cuántos acudirán, con sillas acordes con la decoración de la sala, y al final y laterales tresillos en piel, dónde nos sentamos dos, porque un colega tenía que salir para cenar con unos parientes, y así que me senté en un sillón, junto a la puerta, no viendo nada a la presidencia, pero así mejor pues escuchaba al presentador y al conferenciante con los ojos cerrados, en plan de meditación, y por supuesto que reconocía perfectamente sus voces, pues tiempo ha las tenía muy familiarizadas, y aquéllo hasta las 21h era una clase recordatorio para éste navegante de humanidades y sensibilidad estoica placentera, y como la cenicienta, dándo las campanadas de las 21h, mi amigo y yo salimos a la calle, y tomando un taxí, pues llevábamos la misma dirección, lo dejé al paso en dónde iba a cenar y continúe a mi residencia temporal, dónde los ángeles dormían(aunque uno se levantó a decirme buenas noches)y el resto "pasaba", y esto es lo reseñable de una tarde en el Siglo XXI, que era para dormirse como la señora que teníamos delante que juntando la barbilla con el pecho lanzaba la cabeza hacía atrás, que a veces tenía la sensación que se iba a descolgar en mi regazo, y es que había muchas señoras, que al igual que van a un café, se cuelan en una conferencia, y hasta yo tuve de pantalla el culo de una chica joven desde mi posición en el sillón con falta de un repaso de muelles, pero ciertamente el culo del guayabo era más interesante que lo que decía el conferenciante.